Vida o muerte. Éxito o fracaso. Ganancia o pérdida. Seguir o detenerse. Salud o enfermedad. Dinero o escasez. Libertad o cautiverio. Lealtad o traición. Felicidad o tristeza. Risa o llanto. Honestidad o deshonestidad. Verdad o mentira. Sinceridad o hipocresía.

Unos alegres, otros tristes. Algunos gozando victoriosos, mientras otros sufriendo perdedores. Eso sí, cada quien haciendo su mejor esfuerzo y sacrificio para mantener lo conquistado o recuperar de nuevo lo que le fue arrebatado. Eso es la vida. Así es la vida. No hay otra manera de avanzar en los planes y sueños. Lo importante es cómo enfrentamos y resolvemos, pero además también cómo otros a nuestro alrededor enfrentan y resuelven. ¿Sabe algo? Podemos ser útiles como instrumentos para hacerle a otros la vida mucho más fácil.
La lista es interminable. Pero es un ejemplo de las mútiples situaciones que viven las personas diariamente, sin importar su nivel social, fianciero, educativo, intelectual, religioso. En alguno de estos estados emocionales usted puede estar en este momento que lee. Aquel dicho popular caras vemos y corazones no sabemos, es una muy cierto y veraz. Entonces, ¿Qué vivimos en este momento? ¿Cómo nos sentimos? Y las persoas a nuestro alrededor, ¿Qué piensan, qué sienten? Bueno cada cabeza es un mundo individual, aunque todos vivamos en este mismo planeta tierra.
Al entender esto, podemos darnos cuenta que muchas personas no hablan, se apartan, se les ve tristes y deprimidos incluso. Y al hacerlo, entender lo necesario que es dejar esa actitud de crítica y juzgamiento, cambiando eso a una actitud de comprensión, y darle paso a la disposición de extender una mano de ayuda y apoyo. A esto se le llama empatía. No todos vivimos lo mismo a la vez en forma exacta, siendo vital saber ponerse en el lugar del otro.
Por ejemplo en un grupo de trabajo que logró un objetivo empresarial, hay celebración por el éxito. Pero dentro de ese grupo celebrante, uno tiene problemas en su relación de pareja, otro sufre una enfermedad y alguien tiene una deuda que le cobran. Es decir, en ese grupo de trabajo todos viven una experiencia común satisfactoria, pero al mismo tiempo individualmente cada quien sufre o goza por algo en su vida personal e íntima. Cada cabeza es un mundo. Sin olvidar nuestro personal mundo, ¿Por qué no nos involucramos en otros mundos? Podemos dar consuelo, apoyo, ayuda, aliento, etc.
Una forma de hacerlo eficientemente, es pensar en los demás, como si fuéramos nosotros mismos. «Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.» Gálatas 6:1.
El Señor Jesús mostró muchas veces, esa buena intención hacia los demás. Siempre fue capaz de entender cuando a alguien le sucedía algo malo, estando allí para extender su mano de ayuda. «Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.» Lucas 7:12-15.
Siempre habrá una evidencia de que a alguien, algo le sucede. Póngale atención al lenguaje corporal, el cual habla mucho más que las palabras. ¿Alguna vez se ha dado cuenta que a alguien le sucede algo sin que esa persona haya hablado? Si así ha sido, es porque usted le puso atención a la forma de la mirada, la posición y movimiento de las manos, la postura física, la manera de caminar, por ejemplo.
«Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.» Gálatas 6:2. Seamos personas de vida para vida, dejando de pensar y vivir únicamente para nosotros. En la familia, en el trabajo o lugar de estudio, en el vecindario, en la iglesia; siempre habrá alguien que necesita ayuda y apoyo.
• Francisco Gudiel – FG –
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