Hace años escuché una canción que dice así: «A mí me llaman el negrito del batey. Porque el trabajo para mí es un enemigo. El trabajar yo se lo dejo todo al buey. Porque el trabajo lo hizo Dios como castigo».

Creo que algunos se lo han creído, lo cual es un error. Porque desde el huerto del Edén, el hombre recibió un trabajo: «Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.» Génesis 2:15. Recibimos una responsabilidad con propósito, a ser cumplida día tras día.
Pero existen personas que quieren que los demás les provean todo. Por no decir, les mantengan. Eso no es posible. Nadie tiene la capacidad emocional, ni material de mantener a alguien en forma indefinida. Se puede ayudar a alguien por un tiempo, pero no para siempre.
Tampoco es bueno ni positivo para la persona que se la pasa esperando, le mantengan. Eso le destruye en sus emociones y sentimientos, hundiéndole además en carencia y escasez, por no decir en pobreza. O llevándole a cometer actos incorrectos y negocios ilícitos, para obtener dinero. Muchos hoy día están en la cárcel por eso, otros incluso han muerto.
¿Qué lleva a una persona a no trabajar? Podría ser estar mal acostumbrada a esperar recibir todo, sin hacer nada. Así fueron enseñados. También ocurre en otros, al creer que no son capaces por falta de preparación o la edad.
Pero La Biblia nos enseña, «Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.» 2 Tesalonicenses 3:10. Es decir, la única forma de ser prosperados es con la obra de nuestras manos: Nuestro trabajo.
Realmente todos tenemos capacidades, habilidades y destrezas propias. Algunas innatas al traerlas con nosotros cuando nacemos, otras las hemos aprendido durante los años vividos, ya sea por estudio o entrenamiento. Todos podemos y debemos trabajar. El punto es encontrar en qué.
Puede surgir en este punto, una pregunta: ¿Pero en qué voy a trabajar? Y a continuación dar paso a una cantidad de excusas, pretextos y explicaciones. Siendo entonces muy importante analizar qué nos sucede para rehuirle tanto al trabajo.
La pereza es un factor hacia la haraganería. «Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?» Proverbios 6:9. Sí por supuesto dormir es muy importante, pero no cuando es el tiempo de trabajar.
Otro problema, es cuando la persona no desea trabajar. Lo que desea es dormir. «El deseo del perezoso le mata, Porque sus manos no quieren trabajar.» Proverbios 21:25. Si no quiere trabajar, entonces, ¿Qué quieren sus manos?. Pues únicamente no hacer nada, ese es su mayor deseo. Y ese deseo le mata.
«El perezoso mete su mano en el plato, Y ni aun a su boca la llevará.» Proverbios 19:24. Hasta para comer, sus manos no le sirven, no le funcionan.
De allí que la única forma de resolver esto, es cambiar la mentalidad y la actitud hacia la vida, como además reconocer que sino se trabaja no se prospera nunca. Empiece por hacer lo que mas le guste y disfrute, y que le produzca ganancia financiera. Alguien dijo que si hacemos lo que mas nos guste, no trabajaremos mas. Ese trabajo se volverá nuestro placer y gozo.
¿Cuáles son sus habilidades? ¿Conoce sus capacidades y aptitudes? ¡Eso haga!
«Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado.» Deuteronomio 28:12
• Francisco Gudiel – FG –
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