Hay muchas etapas y situaciones molestas e incómodas en la vida, como el aparecimiento de una dolencia o una enfermedad, la cual nos pone en el punto de sufrimiento, carga emocional y financiera.

Nadie quiere enfermarse. Ni de algo leve siquiera, mucho menos algo mas complicado. Aunque en la mayoría de los casos, esas dolencias y enfermedades son el resultado de descuidos, malas costumbres y también malos hábitos.
La vida tiene una etapa en la que no se le pone atención a esas cosas. Y es esa etapa de la juventud, porque se piensa que uno no se enfermará. Y por supuesto que por la constitución física fuerte y sana de esos años, raramente se enferma. Y si se enferma el proceso de recuperación es menos peligroso y a la vez más rápido. Salvo por supuesto aquellas enfermedades que surgen como resultado de una condición congénita, sin importar la edad; o en el peor de los casos un accidente.
Pero las enfermedades y dolencias aparecen en el tiempo al transcurrir los años. Y mas si se han tenido malos hábitos tales como dormir mal y poco tiempo, comer mal y en horas tardías nocturnas y llevar una vida sedentaria. Nos descuidamos y surge lo normal de la vida. «Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;» Eclesiastés 12:1. No vivimos preparándonos para esos días que desaparece el contentamiento de vivir.
Imposible no lleguen esos días malos, cuando empezamos a padecer la enfermedad o dolencia. Es malo el día que sentimos el primer dolor, la primera molestia, el primer obstáculo; y más aún cuando se nos dan las dificultades de movimiento. Podemos perder capacidad de movimiento, facilidad de libertad, cayendo en dependencia parcial o total de ayuda de otros para sobrevivir.
Lo importante eso sí es que muchas de esas enfermedades y dolencias se pueden prevenir, y otras incluso curar cambiando nuestros hábitos y nuestras costumbres. Usted que lee, ¿Cuántos años tiene en este momento? Debe saber que sin importar la edad y el estado fisico, se puede empezar de nuevo en pro de la salud personal. Entendiendo eso sí que la edad influirá en lo rápido o lento del proceso de recuperación, pero no pierda la esperanza. ¡No se rinda! Busque curarse o por lo menos mejorar su calidad de vida por el resto de sus día en la tierra.
Los tres hábitos básicos para tener una mejor salud mientras se viva en la tierra son el inicio. Primero es dormir bien un mínimo de ocho horas. Segundo comer sano y no en horas tardías nocturnas. Tercero no llevar una vida sedentaria, siendo mas activos y estar en movimiento cada día. Es decir, llevar una vida llena de dinamismo, optimismo y positividad. Eso se logra haciendo lo justo y debido cada día, creando un estado de ánimo capaz de enfrentar y resolver todo lo que llegue a la vida, sin caer en depresión ni en ansiedad. «El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos.» Proverbios 17:22.
Dios no puede ni debe faltar en nuestro día a día. «No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos.» Proverbios 3:7-8. Una mente con pensamientos bajo control, crea una atmósfera interna capaz de producir paz, calma, seguridad y certeza de la vida que estemos llevando. ¡Nada está perdido!
• Francisco Gudiel – FG –
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