Ya hemos aprendido acerca de fechas dadas por predicciones y profecías falsas. 1a. Parte
Velar Y Orar
Haciendo a un lado esas falsas predicciones, sí es cierto y seguro que Jesús volverá, aunque no se conozca la fecha y hora exactas. «Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo.» Marcos 13:32-36.
Cuando se tiene convicción de su regreso, sólo queda prepararse día a día por amor y obediencia, para ese encuentro. Queremos estar listos para no quedarnos, sino ir a donde El está. Al desconocer cuándo será el tiempo, se puede uno preparar no por conveniencia o interés hipócritas a causa del temor y miedo, sino por obediencia basada en el amor a Dios.

Su venida será inesperada. Por eso se está vigilantes y atentos con ojos y oídos abiertos; lo que indica se está en sujeción a Su voluntad, haciendo lo que El pide y espera. Esta es la única forma de ser hallados activos y no durmiendo y por ello mismo ser salvos.
El problema real del ser humano es que vive una vida materialista gobernada por el humanismo. Su interés es únicamente obtener más y más conocimientos que le den más y más dinero. Dios está ausente de su vida y por eso crea o busca un entorno en el cual sea así, sin Dios que le gobierne. Y la mejor evidencia es su vida, en la cual sólo busca el placer basado en irresponsabilidad.
Durmiendo es sinónimo de negligencia, desobediencia y falta de interés a Su regreso. Es estar indiferente, viviendo en pecado por haberle dado la espalda. Vigilar es permanecer despierto y preparado espiritual y moralmente. «Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.» Mateo 25:11-13.
Pero, ¿Qué tan real y posible es vivir en obediencia y sujeción a Dios? Sí es real y es posible. Aunque la vida está llena de lo atractivo que seduce, la oración es el arma perfecta para vencernos a nosotros mismos. «Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.» Mateo 26:41. Nosotros somos nuestro peor enemigo. No son los demás, ni tampoco lo es el diablo.
Si oramos con honestidad no le mentiremos, ni le ocultarnos nada. Al orar a Dios abrimos nuestra mente y nuestro corazón, expresando con transparencia y reconocimiento nuestra debilidad y deseos. Entonces Dios nos hace fuertes, firmes y estables, para no entrar en tentación. Con la tentación no se lucha porque caemos, de la tentación se escapa.
Cuando llegó el diluvio sobre la tierra, como cuando cayó fuego y azufre sobre Sodoma, las personas vivían la normalidad de sus vidas. Es decir, comían, bebían, se casaban unos y otros se comprometían, compraban, vendían, plantaban y edificaban. Vivían el día a día en sus planes personales, familiares, trabajo, estudio, etc. Nadie esperaba nada malo o catastrófico, mucho menos la destrucción de su hábitat.
Así será también cuando Jesús retorne a la tierra. «Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.» Lucas 17:26-30. ¿La situación en el mundo actual? La misma como en los días de Noé y Lot.
Razón suficiente para estar velando y orando. Aun más cuando vemos y vivimos en un mundo convulsionado y sin valores ni principios espirituales y morales.
Hoy día no se respetan a los niños, a las mujeres, a los ancianos, e incluso ni la vida animal. Secuestros, abuso sexual, violencia psicológica, violencia verbal, violencia física, son los patrones de conducta dominantes.
No se respeta el medio ambiente, bajo la excusa del dinero y la riqueza. Lo único que le importa a las personas es el poder y la autoridad en su propio beneficio.
¡Vigile y ore para el retorno de Jesús no le encuentre durmiendo!
• Francisco Gudiel – FG –
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