
Fuentes de información, como también de saber qué y cómo vivir la vida, además cómo llegar a conocer a Dios son muchísimas alrededor de la tierra. Modos y estados de pensar son múltiples, siendo unos sabios y profundos, otros tontos y superfluos.
El humanismo es el intento del ser humano por explicar la vida, incluso por explicar a Dios. Pero con todo el tiempo transcurrido de esfuerzos y sacrificios por lograrlo, el humanismo siempre se ha quedado corto. Porque el intento de la humanidad es hablar y escribir desde el yo pienso, yo creo, yo siento. Los que escriben se sienten y creen perfectos y conocedores de todo en base a su propia experiencia vivida. Pero siempre se quedan a medias poniéndose como la única autoridad en tales asuntos. «Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.» Eclesiastés 1:18.
No puede pretender el ser humano saberlo todo, entenderlo todo sin tener alguna autoridad superior sobre sí mismo, es decir alguien que no sea otro humano por supuesto. Porque sólo ve lo que quiere ver y sentir lo que quiere sentir. Además es falible e imperfecto, por lo que en mucho o poco se equivoca, eso sí seguro se equivoca.
Y por ello el ser humano no puede ni debe ser la autoridad absoluta de nada, ni siquiera de sí mismo. Se expondría al error y a la pérdida segura de su vida, su felicidad y su éxito integral, cayendo en el fanatismo intelectual y religioso inclusive. Lo integral de cada persona es su espíritu, su alma y su cuerpo; y a eso debe ponerle cuidado y atención siempre.
Es necesario que el ser humano tome en cuenta a Dios. ¿Y cómo puede conocer y relacionar con Dios? A través y por medio de La Biblia la palabra de Dios. Quitemos La Biblia de entre nosotros, y el más vivo se vuelve el jefe. Al no haber una autoridad mayor de fe y conducta, quedamos a expensas de otros. A expensas de sus argucias y criterios, de sus intenciones e intereses personales, de sus envidias y celos, de sus complejos, de sus amarguras y de sus resentimientos.
Ni siquiera en predicadores del evangelio podemos confiar ciegamente; llámense apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros, obispos, mentores, etc. La historia de la iglesia está llena de pecados, injusticias, mentiras e hipocresía de tales personas. E incluso en La Biblia no se oculta o encubre el pecado de nadie, siendo uno de los ejemplos el rey David, que mandó a matar a un hombre quen no fue a dormir con su esposa, en el intento de David para encubrir su adulterio con la esposa de ese hombre.
Nuestra experiencia personal jamás pueden ser la autoridad máxima de fe y conducta. Recuerde somos falibles e imperfectos, siendo entonces útil y necesaria una autoridad suoerior a cualquier persona, sea quien sea, viva donde viva y haya logrado lo que haya logrado. «Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;» 2 Pedro 1:19. La Biblia es nuestra norma máxima de fe y conducta, no lo son nuestras vivencias y experiencias.
Nuestra iglesia o denominación a la que pertenecemos y sus respectivas doctrinas, no puede ser nuestra norma máxima de fe y conducta. En cambio sí lo es La Biblia la palabra de Dios.
Nuestras costumbres y tradiciones, no pueden ser nuestra norma máxima de fe y conducta. En cambio sí lo es La Biblia la palabra de Dios.
El avance de la ciencia y el desarrollo tecnológico, no pueden tampoco ser nuestra norma máxima de fe y conducta. En cambio sí lo es La Biblia la palabra de Dios.
Así que en materia de fe y conducta, no dependemos de los demás y mucho menos de nosotros mismos. Defendamos única y exclusivamente de Dios. ¿Cómo lo logramos? Haciendo lo que El nos pide en Su Palabra. «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.» Mateo 7:24-25.
• Francisco Gudiel – FG –
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