Sin lugar a discusión alguna, la iglesia es la que ha fallado. La mentira y la hipocresía de muchos de sus líderes como de sus miembros, son la mejor evidencia. Las personas dejan de creer en Dios o en Su palabra, y todo por el mal testimonio de los que dicen ser cristianos.

Debíamos de ser la luz a través de lo que dijéramos e hiciéramos. «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.» Mateo 5:16. Esa fue la misión que nos fue entregada, pero… ¡le hemos fallado a Dios! Y al fallarle a Dios, nos fallamos a nosotros mismos y a los demás.

Deberíamos dar a conocer que somos discípulos de Dios. «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.» Juan 13:34-35. Y en lugar de amarnos nos vivimos peleando y atacando por lo que sí o no creemos y por lo que sí o no practicamos, haciéndonos y sintiéndonos los mejores sobre los demás.

Deberíamos reunirnos para estimularnos al amor y a las buenas obras. «Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.» Hebreos 10:24-25. ¿Y qué hacemos?, nos reunimos para murmurar, criticarnos y sacar ventaja del mas débil. Y otros dejan totalmente de ser parte de una congregación, al no asistir mas.

Deberíamos consolarnos unos a otros, al tener y vivir situaciones adversas siendo consolados por Dios. «el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.»  2 Corintios 1:4. En lugar de eso, hemos sido muy indiferentes al dolor de los demás.

Deberíamos de ser misericordioso con otros cuando pecan. «Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.» Gálatas 6:1. Y cuando nos damos cuenta del pecado de otos, les atacamos, difamamos e incluso les calumniamos con contar sus pecados.

Deberíamos hablar la verdad siempre. «No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,» Colosenses 3:9. Y lo mas común es por una razón u otra, mentimos siempre.

Deberíamos de salvar a los perdidos en sus pecados, siemdo la principal y más importante misión de cada congregación. «¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?» Romanos 10:14. No lo hemos hecho, siendo la realidad que la mayoría de iglesias crecen por la migración de cristianos de otras iglesias. No buscamos ni salvamos al perdido, sino que buscamos a los ya salvos.

Deberíamos de permanecer unidos resolviendo y sanando nuestras diferencias. «Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.» 1 Corintios 1:10. En su lugar ¿Qué henos hecho? Divisiones y promover el sectarismo, dañando congregaciones ya existentes para crear nuevas.

Deberíamos vivir vidas sexualmente sanas y correctas. «Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.» 1 Corintios 6:18. En su lugar la inmoralidad sexual ha permeado a las congregaciones desde sus líderes hasta sus miembros.

La lista sería muy larga para enumerar las innumerables fallas de los cristianos. Basten unos pocos ejemplos para estar conscientes de una realidad dolorosa y vergonzosa. Porque eso en lugar de ser buen testimonio, ha provocado recelo y desconfianza en el mundo inconverso.

¿Qué se puede hacer entonces? Primero pedirle perdón a Dios por ser desobedientes al no hacer lo que El pide y desea de nosotros. Segundo pedirle perdón a quienes hemos fallado y a la vez dañado lastimando sus sentimientos y emociones.

La corrección y abandono de creencias y prácticas no bíblicas, es lo sabio y sano para cada hijo de Dios. «Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.» Efesios 4:20-24.

• Francisco Gudiel – FG –

Deja un comentario

PUBLICACIONES RECIENTES

CITA DE LA SEMANA

«Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.»

Salmos 119:105 RVR1960